‘Maleficio (La regla de Osha)’: quien mucho abarca poco aprieta

El póster de ‘Maleficio (La regla de Osha)’ con una Noakis Salazar endemoniada | Fuente: @SelectaVision (X)

  • Esta película de bandas y fantasmas mezcla irracionalmente distintos universos
  • La curiosa historia acaba siendo un entramado que no ebulle nunca

En el cine de terror siempre parece que ya todo ha sido inventado, dejando grandes resquemores de cabeza a sus creadores para buscar la llave a la originalidad. Afortunadamente, muchas veces logran resolver este teorema y traer a las pantallas una historia inédita. Es el caso de autores como Ari Aster, Pascal Lagier o Julie Ducournau. Aunque no siempre hagan loables obras, se aplaude los riesgos que cometen.

Por desgracia, este intento de exponer una trama cautivadora puede acabar derivando en una narración que, por su afán de superarse, asemeja ser más una parodia. Es el caso de Maleficio (La regla de Osha), un título ya de por sí bastante aparatoso. El nuevo largometraje de Ángel González (Compulsión) llega a la cartelera española este viernes.

Una sinopsis rocambolesca pero con ganas de renovarse

En una primera lectura, la trama promete la mezcolanza de dos mundos dispares, más no excluyentes: las bandas juveniles y la espiritualidad. Kevin (Blas Polidori, anteriormente visto en La Sociedad de la nieve) es un joven huérfano integrante de una pandilla. Después de una valiente hazaña, se le practica un ritual de permanencia al club. No obstante, ahora tendrá que lidiar con unos fantasmas con fijación por su hermana Ana (Noakis Salazar, una de las pequeñas promesas nacionales). Esto causa la preocupación de Belén (Mariela Garriga), una educadora social trastornada por su pasado.

Aunque el conflicto pueda parecer pintoresco, realmente podría otorgar a la audiencia una elocuente reflexión acerca de los traumas infantiles y la posibilidad de caer en actitudes delictivas. Todo ello, además, aderezado con algunos sustos. Sin embargo, este intento, si tan siquiera existió, ha fallado estrepitosamente. Lo que se presenta es un pastelón de diversas ideas que no llega a ninguna parte. Ni es lo suficientemente dramática para exponer la vulnerabilidad en la infancia. Tampoco lo necesariamente terrorífica, por no decir nulamente, para mantener la atención del rezagado.

Un desarrollo sin un rumbo fijo

Este afán por intentar abarcarlo todo, tiene el efecto inverso, pues cae inintencionadamente en la sátira. Más que gritos, lo que el desarrollo provoca es risa. Es ayudado a ello unas actuaciones pobres (salvándose Garriga), con muchísimos secundarios de relleno, tonos musicales mal escogidos y la dudosa calidad de los efectos especiales. Por si fuera poco, la resolución es patética, sin cerrar absolutamente ninguna de las líneas argumentales que se han presentado. El plano final, si bien tiene potencial visual e induce a la meditación del que visualiza, deja patente la falta de ideas y refuerza los baches del guion.

El equipo del filme en la premier acontecida en Madrid | Fuente: La Nueva Tendencia

Para aquel que quiera ver una cinta de miedo, mejor que busque otra opción de la parrilla, pues, aunque el póster, título y tráiler parecen promocionar esa idea, definitivamente no lo es. Si hay alguno que trata de presenciar una sociología de cómo actúan los muchachos en riesgo de exclusión social, simplemente observará una consecución de diálogos rozando el surrealismo que no tienen, ni mucho menos, la intención de exponer y erradicar una problemática.

Efectivamente, Maleficio se queda en tierra de nadie. Quizás lo que necesita es que se le practique un exorcismo y así poder ser disfrutada de un modo más efectivo.

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